David Ramos | México D.F.
A 30 años del terremoto de 1985, uno de los mayores siniestros que han ocurrido en la Ciudad de México, se registraron 8.1 grados en la escala de Richter, se siguen escuchando los ecos de aquella mañana, las narraciones que la gente cuenta con singular terror, porque el sufrimiento sigue latente. A pesar de que Miguel de la Madrid no supo dar la cara y en medio de una gran desolación, la sociedad mexicana se mostró solidaria con lo ocurrido después de este gran movimiento telúrico que estremeció al país por completo.
Fotografías, videos, notas de periódicos y algunos testimonios nos dan una perspectiva real y diferente de lo que sucedió, hay cosas que inclusive nos transportan a aquel 19 de septiembre de 1985, aproximadamente a las 07:19 horas.
Dos minutos que para mucha gente resultaron una eternidad, la catástrofe dejó miles de muertos. Muchos perdieron a sus familiares, su patrimonio y vieron como la majestuosa Ciudad de México se desmoronó como un castillo de arena para dejar sólo escombros y recuerdos.
Llama la atención el uso que se le dio al estadio de béisbol del Seguro Social, fue un espacio que sirvió para acomodar y reconocer cadáveres, además, en lo que hoy es Parque Delta, se utilizaba hielo para retrasar la descomposición de los cuerpos.
En el ámbito deportivo Daniel el “Ruso” Brailovsky protagonizó un episodio extraño en el fútbol mexicano, pues después del terremoto salió aterrorizado del país, según él, porque su mujer estaba embarazada y su doctor advirtió que las infecciones estarían de sobra en la ciudad. El volante albiceleste decidió retirarse de México sin avisar a nadie, cuando aún tenía un contrato que cumplir con el América FC. Fue a jugar a Israel, pero confesó que no se sentía cómodo, que no le apasionaba jugar como lo hizo en nuestro país y es por eso que decidió retirarse del fútbol antes de los 30 años de edad, dijo Daniel en entrevista para un medio nacional.
También hay algunos testimonios de personas, que no quisieron revelar su identidad, palabras de individuos que olieron, sintieron y escucharon el suceso por sí mismos.
“Tenía cinco años, estaba sentada en una silla y ésta comenzó a moverse, no le tomé importancia, pero cuando salí a la calle vi que había edificios derrumbados alrededor de nuestro hogar, estaba anonadada por el simple hecho de que a nosotros no nos pasó nada. La gente estaba consternada, todos tenían gestos de desesperación, de no saber qué hacer. Me viene a la mente el olor a polvo de los edificios derrumbados, polvo que no se había ido en su totalidad. Después, en labores de rescate, la gente celebraba cuando se hallaba a algún sobreviviente de entre los escombros, el apoyo civil fue tremendo”, comentó una mujer que vivía a espaldas de Tlatelolco.
Por su parte un hombre que vivía en el estado de Hidalgo mencionó; “yo me encontraba durmiendo, miré hacia arriba y vi que todo se movía, pero pensé que era porque en aquel momento estaban construyendo, más tarde encendí el televisor y no podía creer la magnitud del fatal suceso y mucho menos me hacía a la idea de ver a la ciudad hecha pedazos de un momento a otro”
En los hospitales gran parte de los recién nacidos fueron rescatados, hubieron tres casos especiales, a ese acontecimiento se le conoció como “El Milagro del Hospital Juárez”, ya que en los siete días que estuvieron bajo los escombros, las criaturas estuvieron completamente solas y a pesar de tener todo en contra, salieron vivos.
Una de las cosas buenas, que fueron pocas, consecuencia del terremoto, fue la creación de la agrupación civil “Brigada de Rescate Topos Tlatelolco”, un grupo que ha apoyado funciones de rescate incluso en otros países. Ejemplo de ello fueron las labores que se prestaron al Terremoto del Océano Índico de 2004 y el Terremoto de Haití de 2010.