Redacción | Toronto, Canadá.
Los Juegos Panamericanos son un evento cuatrienal que despliega una cantidad importante de deportistas, entrenadores, jueces, medios informativos y equipos multidisciplinarios, sin dejar de lado a los espectadores y habitantes del país sede.
Su éxito radica en gran medida en el tema de la seguridad en instalaciones deportivas, calles, avenidas y sobre todo en la villa y, sin duda, representa un reto importante para el Comité Organizador garantizar el exitoso desarrollo del evento más grande que ha recibido Canadá.
La magna fiesta de América es anhelada por todos los deportistas de alto rendimiento del continente, ya que esta es la antesala de los Juegos Olímpicos, por lo que las sorpresas y contratiempos no están permitidos.
Para ello, más de 6 mil elementos de 10 distintas agrupaciones vigilan la seguridad en 16 municipalidades para que los 61 eventos en que se aplica el silencioso pero estricto mecanismo, se cumpla como marca el protocolo y que todos aquellos que forman parte del certamen continental puedan disfrutarlo al máximo.
De acuerdo a Matthew Campbell, oficial de policía en la provincia de Ontario, la planeación de seguridad inició desde octubre del 2011, una vez que culminó la edición celebrada en Guadalajara, Jalisco.
“Es el evento deportivo más grande que hemos tenido, más grande incluso que los Juegos Olímpicos de Vancouver por la cantidad de gente, estamos muy felices de tener el evento aquí y esperemos que todos se sientan felices, cómodos y tranquilos”.
El nivel de alerta es similar al que adoptó el país con la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno, en Vancouver, ya que como Campbell asegura este debe ser de deportistas y no de policías.
Sin descuidar las necesidades de la ciudad y de su población, el Comité Organizador también echó mano de agentes de seguridad encargados de vigilar todo tipo de accesos a instalaciones y competencias, a los que se suman los elementos del cuerpo de montada.
“Nuestra meta es que todos se sientan protegidos, seguros y cómodos cuando estén aquí y que todos puedan enfocarse a disfrutar su estancia y hacer lo que vienen a hacer, a verlos juegos, a competir y que sientan que no es un evento de policías, es un evento de deportistas”, dijo Matthew, quien antes de ingresar a la milicia, a los 21 años de edad fue voluntario en una casa hogar en Reynosa, Tamaulipas, la cual atiende a niños huérfanos y de escasos recursos.