Por: José Luis Cruz V.
A tan solo casi un día para las “tan esperadas” elecciones, este país se lo está llevando el carajo, entre candidatos muertos y espionajes.
Sin duda, la llamada “fiebre amarilla” sufre de legitimidad tras los sucesos ocurridos en el estado de Guerrero, en la principal delegación del Distrito Federal , Cuauhtémoc, se encuentra la disputa por el poder, entre el Perredista José Luis Muñoz Soria, quien por 18 años ha estado dentro de la delegación el o su familia y Ricardo Monreal Avila de MORENA, sin dejar atrás a la líder de los comerciantes Alejandra Barrios Richard quien competirá por la demarcación por el PRI, el voto del compro como cada elección no se ha hecho esperar y por solo una cantidad de $200.00 que a la mera hora terminará en $100.00 así como una despensa de alimentos, traída de la Central de Abastos será la recompensa por el voto en la Cuauhtémoc.
En cuento a las boletas, ha circulado un vídeo en las redes sociales donde a un paquete le faltan más de 100 hojas electorales, esas boletas fueron transportados por una empresa de trailers del norte de la república, desde hace más de dos meses, ya que incluso al rededor de mi vivienda se encontraba personal del ejercito protegiendo el material electoral de los Talleres Gráficos de México. Así que eso de que Lorenzo Cordova diga que las boletas quemadas hace algunos días fueron remplazadas, en lo personal no me lo creo.
Por su parte Miguel Ángel Mancera, al frente del gobierno del D.F. y no Ciudad de México, mediante la gaceta del gobierno local publicó e invito a las autoridades a no utilizar durante el proceso electoral vehiculos de las dependencias así como los teléfonos de las mismas, veamos si esto se lleva a cabo o trabajarán como Muñoz Soria, a la media noche con camionetas blancas para “acomodar” sus lonas de campaña.
Sin duda la ultima elección de nuestros gobernantes la tenemos los mexicanos, votemos por quien queramos y nos convenza pero eso si, quien quede hay que meterle presión y ejercer nuestro derechos para que después no nos quieran lavar el “coco” de nuevo dentro de tres años.