La Bolivia profunda volvió a hablar: el binomio del pueblo consolida una nueva era política

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Por: Dafnys Guzmán B. | Bolivia.

Una elección que redefinió la legitimidad democrática

El balotaje del 19 de octubre de 2025 quedará inscrito como un punto de inflexión en la historia política boliviana. Con un 54,5 % de apoyo popular, Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara se consolidaron como el nuevo binomio presidencial del Estado Plurinacional de Bolivia. Este triunfo, más que un simple resultado electoral, simboliza la renovación de la legitimidad política y social después de casi dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS).

Desde la perspectiva del derecho constitucional, el proceso fue un ejercicio transparente de alternancia democrática, validado por la observación nacional e internacional. La legalidad del sufragio se funde aquí con una nueva legitimidad que emerge desde abajo, desde la Bolivia profunda, aquella que no solo vota, sino que siente y exige representación política real.

La ciencia política frente al nuevo ciclo: entre la legalidad y la legitimidad

En términos de la ciencia política contemporánea, Bolivia ingresa en lo que Gabriel Almond y Sidney Verba definían como una etapa de “cultura cívica participativa”, donde el ciudadano no es un mero receptor del poder, sino un actor que negocia, exige y construye su representación.
El voto de la Bolivia profunda —campesina, originaria, periurbana, mestiza y popular— fue el que dio la victoria al binomio Paz-Lara. No se trató de un voto de castigo, sino de una afirmación de pertenencia, una decisión racional-emocional de seguir siendo protagonista del destino nacional.

Jorge “Tuto” Quiroga, en cambio, encarnó una propuesta tecnocrática y liberal-conservadora que no logró comprender las transformaciones sociales de las últimas décadas. Su narrativa, centrada en la eficiencia económica y la apertura de mercados, no dialogó con la emocionalidad política ni con las demandas simbólicas de identidad y reconocimiento que laten en el corazón de la Bolivia profunda.

Populismo con contenido: el nuevo rostro del vaivén ideológico

El populismo boliviano —en sus distintas vertientes— ha demostrado una resiliencia singular. Como advierten autores contemporáneos como Ernesto Laclau, el populismo no debe entenderse como una ideología cerrada, sino como un método de articulación política que toma lo mejor de la izquierda y la derecha para responder a las necesidades de las mayorías.
En ese sentido, lo que emerge con el binomio Paz-Lara es un populismo de centro, un pragmatismo político con vocación social que rescata la inclusión del proceso de cambio, pero con visión institucional y apertura democrática.
Este populismo de centro no niega el pasado, sino que lo reinterpreta: conjuga el legado del socialismo comunitario con una agenda de modernización y transparencia.

El fracaso de Tuto Quiroga: una desconexión con la nueva Bolivia

¿Por qué perdió Tuto Quiroga? Porque no comprendió la nueva sociología política del país. Bolivia ya no es la de los años noventa. Es un Estado plurinacional donde la representación se construye con símbolos, territorios y trayectorias de vida.
El electorado rural, las clases medias emergentes y las zonas periurbanas, que hoy constituyen el eje de la “Bolivia profunda”, fueron invisibilizadas en su discurso. La política moderna exige empatía territorial, no solo retórica tecnocrática.

En contraste, el binomio del pueblo supo recorrer, escuchar y conectar. Rodrigo Paz y Edman Lara no hicieron campaña desde los balcones urbanos, sino desde las comunidades, desde los caminos polvorientos donde nace el voto consciente.

El compromiso territorial del binomio del pueblo

En esa línea, cabe resaltar un hecho que simboliza la esencia de este nuevo ciclo político: Edman Lara viajó hasta San Pedro de Macha, en el corazón del Tinku, una de las capitales espirituales y culturales de Bolivia. Ese gesto no fue un acto folklórico, sino una declaración política profunda: la representación no se hereda, se conquista caminando.

Ese compromiso territorial explica por qué el pueblo los bautizó como el binomio del pueblo. Han demostrado que la política no solo se ejerce desde el Palacio Quemado, sino también desde las comunidades donde la democracia se vive como cercanía, reciprocidad y servicio.

Gobernabilidad, gobernanza y prospectiva política

El nuevo gobierno asumirá el 8 de noviembre con una legitimidad de origen robusta, pero con el desafío de construir una legitimidad de ejercicio. La fragmentación legislativa exigirá pactos, diálogo y una gobernanza horizontal.
Como señala Almond, la estabilidad democrática no depende solo de las instituciones, sino de la capacidad de la sociedad para internalizar la cultura política y mantener el equilibrio entre participación y consenso.
Esa será la prueba más grande del binomio Paz-Lara: traducir la emoción electoral en estabilidad institucional.

Desde la prospectiva política, Bolivia se encuentra ante la oportunidad de articular un nuevo contrato social que combine inclusión con eficiencia, participación con institucionalidad, nacionalismo económico con apertura internacional.

Relaciones internacionales: una diplomacia de equilibrio

La victoria del binomio del pueblo marca también un viraje en la política exterior. El nuevo gobierno proyecta una diplomacia de equilibrio, abierta al mundo, sin perder su identidad plurinacional. Se prevé una política internacional basada en la cooperación, el desarrollo sostenible y la diversificación de alianzas, particularmente en torno al litio, la energía verde y la defensa del medioambiente.

Este equilibrio pragmático puede consolidar a Bolivia como un actor de peso en Sudamérica, capaz de tender puentes entre visiones ideológicas y promover un multilateralismo social y productivo.

Reflexión final: la voz de la Bolivia profunda

El resultado del balotaje ha demostrado que la Bolivia profunda sigue siendo el eje moral y político de la nación. No se trata de nostalgia, sino de dignidad.
Esa Bolivia —popular, originaria, mestiza y trabajadora— eligió a un binomio que camina con ella, no por encima de ella. Y en eso radica su fuerza simbólica.

“La democracia madura cuando el pueblo logra transformar su participación en poder efectivo.”
Gabriel Almond, adaptado por la autora

Hoy, la historia vuelve a escribirse desde abajo, desde el corazón del Tinku, desde los barrios, los valles y las llanuras. La Bolivia profunda ha vuelto a hablar, y su voz ha sido escuchada.
Rodrigo Paz y Edman Lara no solo ganaron una elección: inauguraron una nueva era de legitimidad popular e institucional en la historia contemporánea de Bolivia.

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